taquitos de pollo con guacamole

No, no, no es ninguna receta de cocinero televisivo. Es que se me ha ocurrido ir al hipermercado (que es más que un supermercado, obviamente; en el futuro los megamercados serán pequeñas poblaciones dentro de un centro comercial, paso previo a la creación de los gigamercados, que contarán con gobierno municipal propio, bajo la dirección de un gerente o un director general, etc.). Como digo, fui al hipermercado ¡CON HAMBRE! Craso error. Me apetecían unos burritos con chili, o salsa de guacamole en su defecto y compré éstos y unos taquitos de pollo con salsa guacamole.

Para el que no tenga apetencias por salsas picantes, el guacamole es.... ¿cómo diría yo? Más o menos como queroseno para el café. O sea, la repanocha.

Así que me he arreado dos, porque vienen en bolsitas de a pares, y un cuartito de litro de cerveza para rebajar sofocos. El problema viene ahora después, cuando el aparato digestivo, que a eructitos me está matando todas las caries que me quedan, vuelque por el orificio reverso; esto es, por el orto, ojete, ojal, y más sustantivos sabrosos. Mejor que no pille a nadie cerca, porque se debe parecer a la radiación del K19 cuando fugaba agua uno de sus manguitos y tuvieron que entrar a repararlos con impermeables (para quién no conozca la película, hablo de un escape de agua pesada contaminada con radiactividad). Si suelto uno y usted, despistadillo a más no poder, pasa cerca, lo más probable es que se quede sin pelo por unos cinco años, amén de sufrir llagas y ampollas por toda la piel, producto de la corrosión y el calor sufridos durante mi "escape".

Y si creen que exagero, pónganme a prueba.

... mejor no, que a mí también me afecta.

Buenas noches.